El proyecto, desarrollado por la división de innovación Airbus A3 y comandado por Rodin Lyasoff, está trabajando en un una plataforma de vehículo volador autónomo para pasajeros individuales y transporte de carga, que recibe el nombre de Proyecto Vahana.
Y los coches volarán.
Mientras no cesan las noticias sobre la llegada de coches autónomos, la compañía Airbus Group está trabajando en un nuevo proyecto experimenta que va más allá. Se está diseñando la posibilidad de construir coches autónomos voladores que podrían descongestionar el tráfico de ciudades superpobladas. Este proyecto denominado Vahana ya tiene un primer diseño, el skyborne, un coche volador que fácilmente nos podría llegar a pensar en las naves de Star Trek y verlo como un futuro no tan lejano.
Las primeras pruebas con el prototipo del vehículo se realizarán a finales de 2017, según Lyasoff, quien insiste en que por muy ambicioso que parezca, es factible. Airbus ya cuenta con muchas de las tecnologías necesarias, las baterías y otros elementos aeronáuticos, pero la compañía asume el reto de conseguir un sistema de conducción autónomo perfeccionado para evitar accidentes. Éste es, de hecho, uno de los principales problemas con los que se están encontrando las grandes empresas que han decidido invertir en el coche sin conductor. ¿A quién culpar del accidente si el coche no lleva conductor? ¿Cómo hacer que la decisión que tome el vehículo sea siempre la correcta? Airbus plantea una estrategia para su uso llamada CityAirbus, similar a las paradas de taxis actuales. En concreto, estos nuevos coches serán un transporte para personas y carga en rutas concretas con estaciones elevadas ubicadas en puntos estratégicos de cada ciudad, como si se tratase de helipuertos. El sistema operaría de forma similar a las aplicaciones de car-sharing con el empleo del smartphone para reservar un coche.
La compañía considera que en el éxito de esta forma de moverse por las grandes ciudades atraerá a millones de ciudadanos, por lo que el coste de desarrollo, fabricación y certificación se reducirían. «En tan sólo diez años podríamos tener productos en el mercado que revolucionarán el transporte urbano para millones de personas», asegura Lyasoff.