La marca de automóviles francesa Citroën siempre ha despuntado por la innovación de sus vehículos, pero también hay que destacar sus ideas. Durante la Primera Guerra Mundial, el director de la marca francesa, André Citroën, dirigía una fábrica de obuses, pero una vez finalizada decidió crear su propia marca de coches. Tras su paso por Estados Unidos a finales de la segunda década del siglo XX se desarrolló el primer modelo denominado tipo A, un modelo revolucionario al ser el primer coche europeo fabricado en serie y que incluía elementos de lujo como el encendido eléctrico o una rueda de repuesto a un bajo coste. Desde sus inicios, la marca del país galo siempre ha tenido ideas avanzadas y futuristas como es el caso del modelo Citroën BX, fabricado en 1982.
Todo lo que rodea la presentación del Citroën BX lo hacen un coche especial. Nada más y nada menos que París, fue el lugar escogido para presentar de manera original este modelo. El 16 de septiembre de 1982, la Torre Eiffel quedaría eclipsada por un vehículo que presumiblemente iba dentro de una caja de madera que se encontraba suspendida dentro del primer piso de la emblemática torre, desde la cuál descendió lentamente hasta la base del monumento donde se podía leer el mensaje: “Aquí está el nuevo Citroën”. Una semana después del descenso de la caja de madera, finalmente se dio a conocer a la prensa mundial el modelo francés en medio de un espectáculo pirotécnico recordado como una excelente carrera comercial.
Una de las necesidades de Citroën era obtener un modelo capaz de sustituir al Citroën GSA, por lo que se buscó un vehículo que cumpliera con las necesidades de los conductores, manteniendo las prestaciones, el confort y el buen comportamiento en carretera -característicos de la marca-, combinándolo con una estética rompedora. Su diseño estuvo marcado por las líneas rectas y angulosas con la intención de dar un toque dinámico a un vehículo cuya suspensión hidroneumática le hacían tener un comportamiento en carretera sin rival. Además, disponía una gama de motores que se adaptaba a diversos públicos. En 1988 acabó de despuntar con la versión GTi, que incluía un motor de 16 válvulas capaz de superar los 215 kilómetros por hora. El modelo constaba de dos carrocerías, fastback y familiar, ambas de cinco puertas, y además los parachoques, el capó y el portón trasero estaban fabricados de plástico, una novedad para la época.
El impacto y la repercusión en España del Citroën BX fueron tales que a finales de los ochenta el Cuerpo Nacional de Policía eligió este coche como vehículo Z (vehículo de patrulla), hecho que lo convirtió en un elemento habitual de nuestras calles. En España se fabricaron cerca de 220 mil unidades, pero durante sus 12 años de producción llegaron a fabricarse un total de más de 2 millones de unidades. Citroën BX, un coche con aires futuristas y moderno, característicos de la marca francesa, pionera y referencia desde hace casi un siglo.