La marca alemana Porsche nunca ha tenido reparos en adaptarse a las necesidades del mercado. Un buen ejemplo de ello son los conocidos modelos Panamera y Cayenne, que seguro que has visto por las calles de manera más habitual que el clásico 911. A diferencia de otras marcas como Ferrari que vende para competir, Porsche vende para ganar dinero. Este matiz ha provocado que siempre fuesen una compañía más propensa al cambio.
La llegada de los deportivos de lujo con cuatro plazas
Las cuatro plazas en las marcas de deportivos siempre han sido un tema de debate. Los primeros modelos que disponían de ellas apenas prestaban atención más allá de un espacio pequeño destinado a las maletas o a los niños. Aunque ciertos modelos se adaptaban a petición del cliente era algo extraño y poco común.
El primer deportivo fabricado en serie que contaba con un diseño de cuatro plazas fue el Ferrari 250 GT 2+2 de 1960. Se trató de un modelo que se vendía bastante bien y fue el precursor para que otras marcas como Alpine decidieran apostar por lo mismo.
Pero, aunque fueron los primeros en lanzarlo, no lo fueron en pensarlo. La marca alemana Porsche se propuso hacer un modelo de este tipo en 1951 con el Type 530. Este prototipo era un 356 adaptado para cuatro pasajeros. El proyecto avanzó hasta el punto de que se encargó su fabricación, no obstante, la carga de trabajo provocó que se aparcase a los pocos meses en un cajón para permanecer en el olvido.
El clásico Porsche 911 en cuatro plazas
La marca de Stuttgart no se olvidó de esta intención y años más tarde, en 1969, se puso manos a la obra con otro proyecto para contar con un deportivo de cuatro plazas. En este caso desechó diseñarlo de manera propia y lo fió todo al conocido fabricante italiano Pininfarina.
Las órdenes desde Alemania eran claras, preparar el modelo 911 para que pudiesen caber cuatro adultos cómodamente. Este modelo recibió el nombre de Porsche 911 B17. Partiendo de un S2 de serie, los diseñadores italianos decidieron modificar el chasis. Alargaron la batalla hasta los dos metros cuarenta y seis centímetros. Esto permitió generar el espacio suficiente para poder incorporar los asientos de cuero negro. La parte trasera del vehículo fue readaptada para dar espacio, pero sin perder la caída clásica del modelo.
El resultado en diseño era agradable, pero el coche se pasaba de peso llegando casi a los 2000 kg y con una distribución 40-60 en los ejes que no gusto en la casa germana. Esto no desanimó a la marca, que probó un nuevo intento en 1970 de manera propia, el 911 C20, que tampoco vió la luz. Sin duda, la idea de convertir al 911 en cuatro plazas nunca logró el éxito esperado.